Quiero llegar a ti. Realizar el misterio
Magno de concretar mi divina ilusión…
Quiero llegar a ti, pulsando en mi salterio
La dulce melodía que está en mi corazón.
Jesús ÁlvPara que la LUZ se haga en tu sendero,
Camina despacio…
No es éste un Libro más.
Merece que tus oídos oigan y tus ojos vean.
Dispón tu Espíritu a recibir estos ritmos
Filosóficos donde alienta la bella poesía
de la Forma.
Si meditas, tendrás la intuición de la
UNIDAD y siete veredas mágicas se abrirán
a tu paso.
Esos son, los siete benditos caminos de DIOS.arez Ponce
TU PIEDRA
Tú tienes una piedra…
¿No lo sabías?
Sí, mira.
En los bajos fondos de ti mismo, más allá de tu entulticia, incrustada en el muro de tu propia
subconsciencia, hay una Piedra…
Bruta, fría, impasible, con la dureza del más duro mármol, con la tosquedad rocosa…
Pero… tienes una piedra ignorada y no la ves, no la percibes, no la palpas, no sientes sus
efectos y, sin embargo, vive… vive allí en la Soledad de tu caverna, esperando el instante de ser
labrada.
Se te puede pasar la vida -este efímero tránsito- ignorando siempre su existencia y ella habrá
esperado inútilmente que tu interna mirada la haya descubierto en la monotonía de su larga espera…
Si la dejas estar, si no la despiertas, si no la abras, si ha de continuar con ese sueño
extático… cuando ya no existas, cuando dejes de ser, tornará al montón de tantas piedras como
quedaron en el camino, yerto bagaje de los que hicieron como tú…
Si, en cambio, no quieres que duerma.
Si tratas de despertarla porque un dolor o una pena honda dieron conciencia a tu vida.
Si intentas bucear dentro de ti mismo y consolarte con las grandezas de tu espíritu para
enjugar internamente tantas y tantas lágrimas que no pudieron secarse al exterior.
Entonces…
Suspira profundamente, llama en el cerrado Mesón de tus causas interiores y busca tu
Piedra…
Es tosca e imperfecta, ¿verdad?
Pues hazle saltar las primeras lascas para irla moldeando, pero…
Hazlo con cuidado, con AMOR…
Que en la Piedra que tocas, está la Rosa, el Tesoro de tu propia Alma
TU RITMO
Antes de que hables, pregúntate.
Lo que voy a decir, ¿es útil?, ¿es bueno?, ¿es verdadero?, ¿es armonioso?
Cuando no puedas contestar afirmativamente a estas preguntas, desciende al fondo mismo de
tu conciencia.
Parla, estudia, ve, observa, medita y pon una nota, una larga nota de silencio, al agrio
diapasón de tus propias sugerencias…
Si lo que vas a decir no tiene un ritmo perenne de armonía, súmete bajo tu capa y destruye en
silencio tu propio acorde disonante.
Fíjate que todo en la Naturaleza es ritmo…
Que todo es Armonía…
Cada palabra que salga de tus labios como filo tajante que impulse tu pasión, quiebra esas
Leyes… Y el Alma muda, silenciosa, de las cosas mismas, se resiente y quebranta en su rítmico
concierto…
Con la piedra que arrojes, turba el arroyo su augusta placidez.
El pájaro se espanta…
El nido tiembla en la floresta…
La brisa se rasga…
El lobo aúlla y lanza un gemido de angustia.
¡El hombre se conmueve!…
No turbes, no, el ritmo santo de la Obra de Dios.
Cada rosa que cortes del rosal, es una vida que siegas, es un perfume que matas.
Cada flor que tronches en mitad de su esplendor, te ofrecerá otras tantas espinas para punzar
tu carne reflexivamente…
Esta será tu remuneración…
Parla, estudia, ve, observa, medita…
Si lo que vas a decir no es útil, no es bueno, no es verdadero, no es armonioso, acalla tus
propias sugerencias…
Pon una nota de silencio en tu agrio diapasón.
TU SERENIDAD
Aplaca el tumulto de tu propio ruido.
Acalla esas voces interiores que te asedian, los gritos que te conmueven y sé sereno…
Sé sereno, y escucharás la voz inaudita, el eco síntesis de todas tus voces, la nota singular
que te caracteriza y estarás apto para aplicar tu oído al vasto pecho de la Tierra y escuchar los cien
mil latidos de sus cien mil corazones minúsculos…
Singularizarás la vida múltiple. Llevarás a la unidad millones y millones de sumandos y
terminarás por reconocer UNA SOLA VOZ entre todas tus voces…
Es preciso que tus sentidos se vayan afinando, se vayan sutilizando como los del Artista, para
que comiences a ver hacia adentro…
Tienes que reconocer que todas las cosas llevan una fisonomía especial y una vida
poderosísima. Que todo tiene un matiz único y un alcance energético. Que todo Es como Es y no
como nuestra mediocridad sentimental lo percibe.
Para hablar del cielo, del mar, de la montaña, es preciso analizar sus infinitas estructuras
maravillosas y el milagroso enredo de sus secretos ritmos.
Para citarlos, tan sólo, como simples aglomeraciones de materia o equilibrios de fuerza, vale
más no hablar del cielo, del mar, de la montaña.
Para auscultar estos latidos minúsculos del Universo, como sus íntimas pulsaciones,
necesitamos un nuevo sentido y un nuevo prisma.
Los que nos legaron, sólo sirven para distinguir las grandes líneas, los marcados relieves…
Si pretendes que este sentido se sutilice. Si quieres que este prisma se concrete, que la Rosa
florezca, sé cauto y en el silencio de tu pro pio espíritu, acude a tu propia serenidad
TU ALMA
Está en tu propio vaso, en la férrea prisión de tu propia cárcel, hundida en ti como en un
abismo.
Sientes que una poderosa hélice impulsa tu nave…
¿Dónde va?
Tú mismo lo ignoras.
Pero sigues tu camino, pausado o vertiginoso, en busca de un puerto que no conoces.
Esta es tu ruta…
Sientes tu dolor o tu felicidad, tu amor o tu odio, tu compasión o tu rencor y creces, te
desenvuelves, alientas, cambias de situaciones, de células. Enfermas o la salud te inunda, y llegas a
morir sin que sepas qué es y cómo se llama ese Principio en ti que todo lo mueve, que todo lo inunda
y lo hace funcionar con poderoso dinamismo, tejiendo y destejiendo tu vitalidad moral y fisiológica,
como la vieja Hilandera al borde del camino…
Y hasta sientes que muchas veces te habla, te aconseja, te previene, con ese lenguaje mudo,
sin palabras, de la premonición o de la intuición…
Mira.
Como el agua es inconsciente de la sal que contiene, así el hombre camina ignorando que en
su propio vaso hay un agua de vida donde químicamente está diluido un Principio que no conoce…
Si sobre el agua salina apresta el Sol sus densas calorías, llegará un momento en que la sal
cristalice y podamos separarla objetivamente de su vehículo.
Si el Sol espiritual de nuestra existencia abre en nosotros poderosos surcos, fuertes caminos,
llevando a nuestra facultad de conocer la Sal de Sabiduría que dormita en nuestra subconsciencia, el
hombre conocerá ese Principio -su propio Capitán- y sabrá objetivamente de esa fuerza que lo anima,
Verbo o Mandamiento, que en todos radica por génesis.
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